La rosa en su pensil se haya dormida,
soñando su clavel alborozada.
El clavel le acompaña en la partida,
porque sueña lo mismo que su amada.
En el ansia febril amanecida,
un rocío desprende la alborada;
perlas sobre los pétalos. Vencida
ha quedado por fin la madrugada.
Y canta un ruiseñor sobre un almendro,
que de aroma a azahar riega la brisa
que acaricia sutil al jardinero.
La rosa y el clavel son el engendro
de ese sueño de amor que a toda prisa
brinda natura por el orbe entero.
viernes, 31 de octubre de 2008
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